La constante lamerse o chuparse los dedos puede causar daños permanentes en los dientes, así como problemas en la piel, de acuerdo con la Universidad de Chicago. Y aunque es posible que se esperen lamidos ocasionales en niños muy pequeños, realmente no desea que sus hijos se acostumbren a hacerlo. Romper el hábito puede ser complicado, pero no es imposible, y cuanto antes comience, mejor.

Comience con un refuerzo positivo. Busque situaciones en las que su hijo normalmente se chuparía los dedos, como los momentos de estrés o cuando tiene sueño, y lo elogie por no hacerlo. Es posible que deba recordarle con suavidad que deje de chupar y luego diga "gracias" u otras palabras de aliento cuando se detenga. Al poner el énfasis en lo positivo, le mostrará que no lamer es bueno y que hace feliz a mamá.

Pídale a su hijo que se lave las manos después de manipular alimentos. Los niños pueden lamerse los dedos porque huelen o saben a algo que les gusta comer. Esto podría convertirse en un hábito, así que es mejor eliminar la tentación desde el principio.

Envuelva los dedos con una venda adhesiva. Es probable que su hijo favorezca solo uno o dos dedos, como el pulgar o el índice, por lo que solo necesita agregar un vendaje a esos dedos. Como su hijo podría estar lamiendo sus dedos sin siquiera darse cuenta, el vendaje actuará como un recordatorio: una vez que se ponga el dedo en la boca y sienta el vendaje, se dará cuenta de la acción y la detendrá.

Sugerencia

Si bien muchos padres no están de acuerdo con la idea, hay productos químicos que puede comprar en la farmacia para ayudar a frenar este hábito. Estos suelen ser productos de sabor amargo, pero no peligrosos, que puede utilizar para cubrir las uñas o para frotar la piel. La idea es que el sabor es tan repulsivo que frenará el hábito de poner las manos y los dedos en la boca. La Universidad de Chicago señala que esta podría ser una buena opción si el chuparse o succionar ocurre cuando su hijo está durmiendo y no puede usar otros métodos para detenerlo.