Cómo lidiar con la muerte de un niño causada por cáncer

La muerte de un niño es una experiencia increíblemente doloroso y abrumador. Una enorme cantidad de dolor rodea a una tragedia de esta naturaleza, y no es raro sentir desesperado, enojado, culpable o cualquier número de otras emociones relacionadas con el proceso de duelo . Muchos padres que pierden a sus hijos con el cáncer se sienten incapaces de retomar su vida normal y hacer frente a la depresión sobre una base diaria . No hay una respuesta corta a la forma de lidiar con el dolor , pero hay algunas cosas que se pueden hacer para ayudar a que el proceso avance . Instrucciones Matemáticas 1

Convocatoria de apoyo. Es importante que los padres afligidos que recordar que no están solos , muchas personas capacitadas que pueden ayudar con las tareas diarias. Confíe en su familia y amigos para ayudar con las compras, el cuidado de sus otros hijos y las tareas domésticas . Esto abrirá más tiempo para el proceso de duelo muy necesario.
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Considere unirse a un grupo de apoyo. Trabajar con los padres que han tenido experiencias similares puede ser útil en la comprensión y la gestión de su propio dolor . Grupos como los Amigos Compasivos trabajan con los padres para encontrar una nueva esperanza en la vida que han sido golpeados por la trágica pérdida de un hijo.
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Enfoque sus emociones en una nueva pasión. Muchos padres que han perdido un hijo con el cáncer están involucrados con organizaciones benéficas y organizaciones que se esfuerzan por ayudar a los demás en el tratamiento de cáncer. Aunque nada puede sustituir a un niño perdido antes de tiempo , enfocando su energía en ayudar a otros padres y los niños pueden ser una poderosa experiencia que trae un nuevo significado a su vida.
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Tómese el tiempo para centrarse en su otros niños. Mientras que el dolor por un niño perdido puede ser abrumador , recuerda que sus otros hijos experimentarán una amplia gama de emociones y necesitarán ayuda para saber lo que ha sucedido . Los hermanos pueden sentir miedo , la ansiedad , la ira , la culpa , o incluso los celos por la atención dirigida a la niña perdida.