Los signos de la enfermedad Meningococcal
Los síntomas de la enfermedad meningocócica suelen aparecer dentro de los 2 a 10 días de la exposición. Los síntomas difieren de los niños y los adultos. Los síntomas más comunes en los niños son fiebre, irritabilidad, mala alimentación y difícil de despertar. Los bebés son difíciles de diagnosticar debido a su incapacidad para comunicarse, así como los síntomas de la meningitis son similares a otras enfermedades, como la gripe.
Los síntomas en adultos
Los síntomas más comunes en los niños mayores y adultos incluyen fiebre alta, dolor de cabeza severo, rigidez en el cuello, sensibilidad a la luz brillante, somnolencia o dificultad para despertar, confusión, náuseas o vómitos y falta de apetito.
Cualquier persona puede hacerlo, sin embargo, los adolescentes y los adultos jóvenes tienen un riesgo más alto debido a la gran cantidad de tiempo gastado en dormitorios o cuartos reducidos con muchas personas en áreas tales como la escuela. Estos dos grupos de edad representan el 15 por ciento de todos los casos diagnosticados y uno de cada siete casos, causar la muerte, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Síntomas y tratamiento
Una fiebre meningocócica típica se elevará a más de 103 grados, acompañadas de un dolor de cabeza y sensibilidad a la luz brillante y el sonido. La rigidez en el cuello sólo se produce en el 40 por ciento de los casos meningocócicas.
Para el tratamiento de la meningitis, los antibióticos tales como la penicilina G o cetriaxone pueden ser administradas por un médico. A pesar de los antibióticos que se administran, de 10 a 15 por ciento de las personas siguen muriendo de la enfermedad, de acuerdo con los CDC.
Síntomas que conducen al diagnóstico
Los síntomas de la meningitis no son infrecuentes para otras enfermedades. Sin embargo, el diagnóstico rápido para la supervivencia es tan fundamental que muchos médicos la solicitarán los diagnósticos Pruebas de inmediato si el paciente cuenta con casi la totalidad de los síntomas.
Los diagnósticos se realizan normalmente mediante el cultivo de bacterias de una muestra de líquido cefalorraquídeo. El líquido cefalorraquídeo se recupera mediante la realización de una punción lumbar, que es cuando se inserta una aguja en un área de la espalda baja donde el fluido en el canal espinal puede ser recogida.
Médicos necesitan la muestra para identificar las bacterias y prescribir los antibióticos adecuados.