Cura para el cáncer de ajo
La Sociedad Americana del Cáncer explica que ciertas propiedades del ajo, azufre específicamente alilo, pueden combatir el cáncer. Sulfuro de alilo ataca a las células cancerosas, lo que permite que las células mueran de forma natural. Además, los científicos creen que los compuestos de bloques cáncer de estómago agente de Helicobacter pylori de que el ajo.
La Sociedad Americana del Cáncer dice que los científicos continúan examinando el impacto del ajo en la lucha contra el cáncer. Han descubierto que el ajo mejora la inmunidad, combate enfermedades, trata de bacterias, levadura y las infecciones por hongos, y alivia dolencias de estómago y abdominales.
Resultados de la Investigación
Algunos estudios de efectos del ajo sobre el cáncer han dado resultados prometedores. Dr. Lenore Árabes de la Universidad de Carolina del Norte analizó una serie de informes sobre los comedores de ajo. Los sujetos comieron un promedio de seis dientes crudos o cocidos a la semana. Dr. árabe y sus colegas encontraron pruebas de que los comedores de ajo que tenía el mayor consumo de ajo crudo o cocido redujeron su riesgo de contraer cáncer colorrectal en un 10 a 50 por ciento.
Científicos del Instituto Nanjing Center en China llevó a cabo una estudio sobre los efectos contra el cáncer en las personas que comían verduras allium basadas (una familia de vegetales a base de azufre, tales como ajo, cebolla y cebolleta) más de una vez a la semana. Ellos encontraron que el ajo reduce el riesgo de cáncer de esófago en un 70 por ciento y el cáncer de estómago en un 60 por ciento.
Cuánto comer
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos consuman una cierta cantidad de ajo para explotar sus propiedades anti-cancerígenas. Recomienda diferentes cantidades dependiendo de su compuesto. Los adultos deben consumir alrededor de un diente de ajo fresco, de 0,4 a 1,2 g de polvo de ajo seco, de 2 a 5 mg de aceite de ajo, y 300 a 1000 mg de extracto de ajo todos los días.
Comer mucho ajo puede ser perjudicial . El consumo excesivo provoca dolor de estómago, calambres, diarrea y náuseas.