Los cambios frecuentes en el color de la piel pueden ser un síntoma de diversas afecciones médicas y no una enfermedad en sí misma. Por lo tanto, es fundamental consultar a un profesional de la salud para determinar la causa subyacente y recibir el tratamiento adecuado. El autodiagnóstico y el tratamiento pueden ser peligrosos y retrasar la atención médica adecuada.