En realidad, el oído no atrapa agua. El agua puede entrar en el oído durante actividades como nadar o bañarse, pero normalmente sale de forma natural debido a la gravedad y la forma del canal auditivo. En algunos casos, el agua puede quedar atrapada en el oído si hay una obstrucción, como cerumen o un objeto atascado en el canal auditivo. Esto puede provocar síntomas como malestar, pérdida de audición y sensación de plenitud en el oído. Si experimenta alguno de estos síntomas, es importante consultar a un médico para que le extraigan el agua de forma segura.