Los mosquitos son los principales vectores de la malaria, responsables de transmitir el parásito Plasmodium entre individuos infectados y huéspedes susceptibles. Cuando un mosquito no infectado pica a una persona infectada, ingiere sangre que contiene gametocitos de Plasmodium. Dentro del intestino del mosquito, estos gametocitos maduran y se reproducen, formando gametos masculinos y femeninos que se fusionan para crear cigotos. Los cigotos se convierten en ookinetes, que viajan hasta las glándulas salivales del mosquito. Cuando el mosquito pica a otra persona, estos esporozoitos se inyectan en el torrente sanguíneo, iniciando una nueva infección por malaria.
Por lo tanto, la relación entre la malaria y los mosquitos es la de una transmisión de enfermedades transmitida por vectores, donde el mosquito actúa como huésped intermediario del parásito, facilitando su propagación entre huéspedes humanos.