¿Qué es la enfermedad degenerativa del disco?
Los discos intervertebrales están compuestos por una capa exterior resistente (anillo fibroso) que rodea una sustancia blanda parecida a un gel (núcleo pulposo). Con la edad, los discos pueden sufrir diversos cambios degenerativos, entre ellos:
1. Pérdida de contenido de agua:a medida que las personas envejecen, los discos pierden su contenido de agua, volviéndose más delgados y menos capaces de absorber golpes.
2. Protuberancias o hernias:el material del disco debilitado puede abultarse o herniarse (sobresalir) a través de la capa externa, ejerciendo presión sobre los nervios cercanos y causando dolor, entumecimiento u hormigueo en los brazos o las piernas.
3. Estrechamiento del espacio discal:la degeneración puede provocar un estrechamiento de los espacios entre las vértebras, lo que puede ejercer presión sobre la médula espinal y los nervios, provocando dolor, debilidad o alteración de la coordinación.
4. Espolones óseos (osteofitos):a medida que los discos se degeneran, el cuerpo puede intentar reparar las áreas dañadas formando crecimientos óseos o espolones alrededor de los bordes de las vértebras. Si bien es posible que estos espolones óseos no causen dolor directamente, pueden contribuir al estrechamiento del canal espinal (estenosis espinal) y comprimir los nervios.
5. Inflamación:La degeneración puede provocar inflamación en los tejidos circundantes, lo que contribuye aún más al dolor y la incomodidad.
Es importante tener en cuenta que la enfermedad degenerativa del disco no siempre causa síntomas. Muchas personas pueden tener cambios en sus discos relacionados con la edad sin experimentar ninguna molestia. Sin embargo, para algunas personas, el proceso degenerativo puede provocar un dolor de espalda significativo y otros síntomas, según la ubicación y la gravedad de los discos afectados.