No es posible que una persona sobreviva después de que se le haya extirpado quirúrgicamente el 70% del hígado. El hígado es un órgano vital que realiza numerosas funciones esenciales, incluido filtrar toxinas de la sangre, producir bilis para la digestión y almacenar glucógeno para obtener energía. Sin un hígado que funcione, el cuerpo rápidamente sufriría una falla orgánica y la muerte ocurriría en cuestión de días o semanas.