Catalina de Aragón murió de cáncer, aunque se desconoce el tipo exacto de cáncer. Había estado sufriendo problemas de salud durante algún tiempo antes de su muerte y había sido tratada por una variedad de dolencias, incluida una rodilla hinchada y tos. En los últimos meses de su vida, se volvió cada vez más débil y frágil, y finalmente falleció el 7 de enero de 1536.