¿Qué es una radiografía de tórax de rutina?
1. Preparación:
- Antes de la radiografía, el individuo se quita cualquier joya u objeto metálico que pueda interferir con la calidad de la imagen.
- Se les puede pedir que usen un delantal o escudo de plomo para proteger ciertas partes del cuerpo de radiación innecesaria.
2. Posicionamiento:
- El individuo se sitúa delante de una máquina de rayos X con el tórax cerca del receptor de imágenes (normalmente un detector digital o una película).
- Se les pide que respiren profundamente y contengan la respiración para minimizar el movimiento borroso durante la exposición.
- El tecnólogo de rayos X posiciona al individuo para capturar las vistas deseadas, que generalmente incluyen una vista posterior-anterior (PA) y una vista lateral.
3. Adquisición de imágenes:
- La máquina de rayos X emite una breve ráfaga de rayos X de baja energía que atraviesan el cuerpo.
- Los rayos X son absorbidos por diferentes tejidos dentro del tórax a diferentes velocidades, creando una imagen en la que los huesos aparecen blancos, los tejidos blandos aparecen en tonos de gris y las estructuras llenas de aire aparecen negras.
4. Procesamiento de imágenes:
- En el caso de los sistemas de rayos X digitales, las imágenes capturadas se procesan y muestran en un monitor en tiempo real.
- Para los sistemas tradicionales basados en películas, la película expuesta se revela y las imágenes resultantes se examinan utilizando una caja de luz.
5. Interpretación:
- Un radiólogo u otro profesional médico capacitado en la interpretación de radiografías de tórax analiza las imágenes.
- Evalúan las estructuras del tórax, incluidos los pulmones, el corazón, las vías respiratorias, el mediastino y la estructura ósea del tórax.
- La interpretación se centra en identificar posibles anomalías o hallazgos patológicos, como por ejemplo:
- Anomalías pulmonares (p. ej., neumonía, nódulos pulmonares, masas pulmonares, signos de enfisema, etc.).
- Anomalías cardíacas (p. ej., agrandamiento del corazón, insuficiencia cardíaca congestiva, etc.).
- Anomalías de las vías respiratorias (p. ej., estrechamiento de las vías respiratorias, engrosamiento de la pared bronquial, etc.).
- Anomalías mediastínicas (p. ej., ganglios linfáticos agrandados, mediastino ensanchado, etc.).
- Anomalías óseas (p. ej., fracturas, escoliosis, etc.).
Las radiografías de tórax de rutina son valiosas para detectar una amplia gama de afecciones, incluidas infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, enfermedades pulmonares, lesiones torácicas y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, es esencial tener en cuenta que una radiografía de tórax no siempre es diagnóstica por sí sola y es posible que se necesiten más pruebas para un diagnóstico definitivo.