¿Qué sucede si se daña la corteza motora?

El daño a la corteza motora, una región del cerebro responsable de controlar los movimientos voluntarios, puede provocar una variedad de deficiencias motoras conocidas como déficits motores. Los déficits específicos dependen de la ubicación y el alcance del daño. Estos déficits pueden incluir:

- Parálisis: Pérdida total o parcial del movimiento en las partes del cuerpo afectadas.

- Debilidad muscular: Reducción de la fuerza muscular, lo que provoca dificultad para realizar incluso movimientos simples.

- Movimientos involuntarios: Temblores, contracciones musculares involuntarias o movimientos espasmódicos incontrolados.

- Torpeza: Dificultad para realizar movimientos precisos, lo que provoca torpeza y problemas de coordinación.

- Dificultades del habla: Control deficiente de los músculos utilizados para el habla, lo que provoca que el habla sea lenta o arrastrada.

- Dificultad para tragar: Deterioro de la coordinación de los músculos implicados en la deglución, lo que provoca problemas al ingerir alimentos o bebidas.

- Cambios cognitivos y conductuales: En algunos casos, el daño a la corteza motora también puede afectar funciones cognitivas y conductuales, como la toma de decisiones, la resolución de problemas y los rasgos de personalidad.

La gravedad y la presentación de los déficits motores dependen de la parte específica de la corteza motora afectada. Por ejemplo, el daño a la corteza motora primaria, que controla directamente la ejecución del movimiento, puede provocar una parálisis más grave que el daño a las áreas premotoras o motoras suplementarias, que contribuyen a la planificación y preparación para los movimientos.

La recuperación del daño de la corteza motora es posible, pero depende de la naturaleza de la lesión, la magnitud del daño y la salud y la resiliencia generales del individuo. La rehabilitación y la fisioterapia desempeñan funciones fundamentales para ayudar a las personas a recuperar sus funciones y minimizar los déficits a largo plazo.