Cómo se relaciona la edad con la diabetes tipo 2
Resistencia a la insulina: A medida que envejecemos, nuestras células responden menos a la insulina, lo que puede provocar resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina es una afección en la que el cuerpo necesita más insulina de lo habitual para mantener los niveles de azúcar en sangre dentro de un rango normal.
Disminución de la producción de insulina: El páncreas produce insulina, una hormona que ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre. La capacidad del páncreas para producir insulina disminuye con la edad, lo que contribuye al desarrollo de diabetes tipo 2.
Aumento de la inflamación: La inflamación crónica es un factor de riesgo para la diabetes tipo 2. A medida que envejecemos, nuestros cuerpos experimentan más inflamación, lo que contribuye a la resistencia a la insulina y al desarrollo de diabetes.
Aumento de peso: Muchas personas aumentan de peso a medida que envejecen debido a la disminución de la actividad física y a cambios en el metabolismo. El aumento de peso, especialmente alrededor de la cintura, es un factor de riesgo de diabetes tipo 2.
Genética: Algunas personas tienen más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 si tienen antecedentes familiares de la afección. El riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 es mayor si un familiar cercano, como un padre o un hermano, tiene diabetes.
Otros factores: Ciertos factores del estilo de vida, como la inactividad física, una dieta poco saludable y el tabaquismo, también pueden contribuir al desarrollo de la diabetes tipo 2. Estos factores se vuelven más frecuentes con la edad y pueden agravar el riesgo de desarrollar diabetes.
Es importante señalar que la edad por sí sola no causa diabetes tipo 2. Muchos adultos mayores pueden mantener niveles saludables de azúcar en sangre mediante modificaciones en el estilo de vida, como ejercicio regular, una dieta equilibrada y control de peso. Sin embargo, ser consciente del mayor riesgo de diabetes tipo 2 con la edad puede ayudar a las personas a tomar medidas proactivas para prevenir o controlar la afección.