¿A qué puede conducir la diabetes no controlada?

La diabetes no controlada puede provocar diversas complicaciones graves que afectan a múltiples órganos y sistemas del cuerpo. Algunos de los efectos a largo plazo de la diabetes no controlada incluyen:

Complicaciones cardiovasculares :La diabetes aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y enfermedades arteriales periféricas. Los niveles altos de azúcar en sangre pueden dañar los vasos sanguíneos y provocar aterosclerosis o endurecimiento de las arterias, lo que puede obstruir el flujo sanguíneo al corazón y al cerebro.

Daño renal (nefropatía) :La diabetes no controlada puede dañar los pequeños vasos sanguíneos de los riñones, provocando enfermedades renales y potencialmente insuficiencia renal.

Daño ocular (retinopatía) :La diabetes puede afectar los vasos sanguíneos de la retina, el tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo. La retinopatía diabética puede causar visión borrosa, moscas volantes y, si no se trata, puede provocar ceguera.

Daño a los nervios (neuropatía) :Los niveles altos de azúcar en sangre pueden dañar los nervios y provocar neuropatía diabética. Esto puede provocar síntomas como entumecimiento, hormigueo, ardor y debilidad en las manos, los pies y las piernas.

Problemas de la piel :La diabetes no controlada puede hacer que la piel sea más susceptible a las infecciones, ralentizar el proceso de curación y provocar picazón y sequedad en la piel.

Problemas dentales :La diabetes puede aumentar el riesgo de enfermedad de las encías y caries.

Disfunción eréctil :La diabetes puede causar daño a los nervios que puede provocar disfunción eréctil en los hombres.

Diabetes gestacional en mujeres embarazadas :La diabetes no controlada durante el embarazo puede aumentar el riesgo de complicaciones tanto para la madre como para el bebé, incluidos abortos espontáneos, partos prematuros y defectos de nacimiento.

Es esencial que las personas con diabetes trabajen estrechamente con su equipo de atención médica para controlar sus niveles de azúcar en sangre y reducir el riesgo de desarrollar estas complicaciones a largo plazo. Esto puede implicar cambios en el estilo de vida, como alimentación saludable, actividad física regular y control del peso, así como medicamentos para controlar los niveles de glucosa en sangre.