¿Los glóbulos blancos abandonan los vasos y viajan a los tejidos?
Los glóbulos blancos son un componente vital del sistema inmunológico del cuerpo, responsables de defenderse contra infecciones, sustancias extrañas y células dañadas. Circulan por el torrente sanguíneo dentro de los vasos, patrullando constantemente en busca de posibles amenazas. Sin embargo, cuando estas amenazas se detectan en los tejidos, los glóbulos blancos tienen la capacidad de migrar fuera de los vasos y entrar directamente en los tejidos afectados para generar una respuesta inmune.
La extravasación se inicia cuando señales químicas, como mediadores inflamatorios o quimiocinas, se liberan del sitio de infección o inflamación. Estas señales crean un gradiente de concentración que atrae los glóbulos blancos al área afectada.
El proceso de extravasación implica múltiples pasos:
1. Marginación: Los glóbulos blancos disminuyen su velocidad y ruedan a lo largo del revestimiento interno del vaso sanguíneo (endotelio).
2. Adhesión: Las selectinas e integrinas de la superficie de los glóbulos blancos se unen a moléculas específicas (ligandos) de las células endoteliales, lo que hace que los glóbulos blancos se adhieran firmemente a la pared del vaso.
3. Transmigración: Los glóbulos blancos se aprietan entre las células endoteliales y la membrana basal subyacente, empujando a las células endoteliales a un lado y creando espacios temporales en la pared del vaso.
4. Quimiotaxis: Una vez en el tejido, los glóbulos blancos siguen los gradientes químicos creados por los mediadores inflamatorios, un proceso conocido como quimiotaxis, que los guía hacia el sitio de la infección o lesión.
Los glóbulos blancos que se han extravasado en los tejidos pueden realizar diversas funciones inmunitarias, incluida la fagocitosis (engullir y destruir patógenos), liberar sustancias antimicrobianas y activar otras células inmunitarias para montar una respuesta coordinada.
La capacidad de los glóbulos blancos para salir de los vasos y entrar en los tejidos es crucial para la defensa del cuerpo contra las infecciones y el mantenimiento de la homeostasis de los tejidos. Permite que el sistema inmunológico alcance y elimine las amenazas directamente en las áreas afectadas.