¿Por qué se mantiene fría la sangre en los bancos?

La sangre en los bancos se mantiene fría por varios motivos:

1. Temperatura de almacenamiento :La temperatura ideal para almacenar sangre es entre 1 y 6 °C (34 y 46 °F). Este rango es crucial para preservar la viabilidad de los glóbulos rojos y otros componentes de la sangre. La sangre mantenida a temperaturas más altas puede deteriorarse más rápidamente y tener una vida útil más corta.

2. Conservación :Enfriar la sangre ayuda a ralentizar los procesos metabólicos de los glóbulos rojos, incluida la descomposición de la glucosa. Este proceso, conocido como glucólisis, produce ácido láctico como subproducto, que puede acumularse y causar daño a los glóbulos rojos. Mantener la sangre fría ayuda a minimizar la glucólisis y preserva la integridad y funcionalidad de las células.

3. Prevención del crecimiento bacteriano :Las bacterias y los microorganismos prosperan a temperatura ambiente. El almacenamiento en frío inhibe su crecimiento y multiplicación, minimizando el riesgo de contaminación y reduciendo las posibilidades de infecciones bacterianas. Los patógenos que potencialmente podrían estar presentes en la sangre se pueden controlar eficazmente a temperaturas más bajas.

4. Vida útil prolongada :Mantener la sangre fría prolonga significativamente su vida útil. En condiciones óptimas de almacenamiento, la mayoría de los productos sanguíneos totales se pueden almacenar hasta por 42 días, mientras que los concentrados de glóbulos rojos pueden durar hasta 49 días. Mantener la sangre fría permite a los bancos de sangre mantener un suministro de sangre segura y viable para fines de transfusión.

5. Garantía de calidad :Mantener la temperatura de almacenamiento adecuada es esencial para garantizar la calidad de los productos sanguíneos. Los sistemas regulares de monitoreo de temperatura y alarmas en los bancos de sangre ayudan a garantizar que la sangre se mantenga dentro del rango de temperatura recomendado, evitando daños y salvaguardando la seguridad del paciente.

En general, mantener la sangre fría en los bancos es crucial para preservar su calidad, prevenir su deterioro, inhibir el crecimiento bacteriano y garantizar su uso seguro y eficaz en transfusiones para pacientes que lo necesitan.