¿Cómo prevenían los médicos las infecciones en la década de 1840?
Derrame de sangre: Se creía que esta práctica médica común liberaba sustancias nocivas del cuerpo y equilibraba los líquidos, pero en realidad aumentaba el riesgo de infección.
Ahuecamiento: Se aplicaron tazas calentadas sobre la piel para crear succión, extrayendo "impurezas" y promoviendo el flujo sanguíneo. Si bien se pensaba que aliviaba diversas dolencias, las ventosas no contribuían a prevenir infecciones.
Purgantes y eméticos: Los médicos solían recetar purgantes (laxantes) y eméticos (agentes que inducen el vómito) para limpiar el cuerpo y tratar enfermedades, pero estos métodos podían debilitar a los pacientes y hacerlos más susceptibles a las infecciones.
Aislamiento: En algunos casos, se aisló a los pacientes con enfermedades infecciosas para evitar la propagación de la infección. Esta práctica se hizo más frecuente a finales del siglo XIX.
Higiene mejorada: Hubo un énfasis creciente en la higiene y la limpieza en los entornos médicos, y los médicos comenzaron a lavarse las manos antes de examinar a los pacientes y a utilizar instrumentos más limpios. Sin embargo, todavía se estaban desarrollando técnicas de esterilización eficaces.
Yoduro y Nitrato de Plata: Algunos médicos comenzaron a utilizar yodo y nitrato de plata para limpiar las heridas, pero estas sustancias tenían una eficacia limitada para prevenir infecciones.
Procedimientos antisépticos: Ignaz Semmelweis, un médico húngaro, observó las altas tasas de infección en las clínicas obstétricas y realizó importantes contribuciones a la prevención de infecciones. Abogó por el lavado frecuente de manos con solución de cloro cal, lo que redujo efectivamente las tasas de infección. Sin embargo, sus ideas enfrentaron la resistencia de muchos miembros de la comunidad médica.
Cirugía antiséptica temprana: En la década de 1840, algunos cirujanos, como Robert Liston, comenzaron a utilizar técnicas antisépticas durante las cirugías, como lavar los instrumentos con ácido carbólico y limpiar las heridas con una solución de cloro. Sin embargo, estas prácticas aún no estaban generalizadas y todavía faltaba una comprensión general de la teoría de los gérmenes.
En general, la prevención de infecciones en la década de 1840 estaba muy limitada por los limitados conocimientos y prácticas científicos de la época. Fueron necesarias varias décadas más para que la verdadera comprensión de la transmisión de infecciones, la higiene de las manos y la teoría de los gérmenes revolucionara las prácticas médicas y redujera significativamente las tasas de infección.