Si bien los altos niveles de hierro en el agua de pozo pueden afectar el sabor, el olor y la apariencia del agua, generalmente no se considera un riesgo para la salud. Sin embargo, el hierro del agua de pozo puede reaccionar con otros elementos del agua para formar una sustancia nociva llamada trihalometano (THM), que puede provocar un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. La exposición prolongada al hierro en las aguas subterráneas también afecta la función de los órganos vitales y el sistema nervioso. Por lo tanto, siempre se recomienda analizar periódicamente el agua de su pozo para detectar hierro y otros contaminantes y tomar las medidas adecuadas para eliminarlos si es necesario, garantizando la seguridad del agua para beber y para uso doméstico.