Una característica única de la enfermedad es su capacidad de propagarse y afectar a múltiples individuos dentro de una población. Este fenómeno, conocido como infecciosidad o transmisibilidad, es una característica definitoria de las enfermedades infecciosas. Los agentes infecciosos, como bacterias, virus, hongos o parásitos, tienen la capacidad de transmitirse de un huésped a otro a través de diversos medios, incluido el contacto directo, la transmisión por aire, la transmisión por agua o la transmisión por vectores. Esta capacidad de propagación contribuye a la prevalencia y persistencia de enfermedades dentro de las comunidades y puede provocar brotes, epidemias o incluso pandemias, según la gravedad y el alcance de la transmisión.