¿Por qué los pulmones no colapsan?

Los pulmones no colapsan debido a varios factores que mantienen su integridad estructural y evitan que colapsen. Estas son las razones clave por las que los pulmones no colapsan:

1. Presión pleural:los pulmones están encerrados dentro de la cavidad torácica, que está revestida por dos membranas pleurales (pleura visceral y parietal). El espacio pleural entre estas membranas contiene una fina capa de líquido pleural. La presión pleural es la presión dentro de este espacio pleural y es ligeramente negativa (inferior a la presión atmosférica). Esta presión negativa ayuda a mantener la expansión pulmonar al crear una fuerza que empuja los pulmones hacia afuera contra las paredes de la cavidad torácica.

2. Retroceso elástico del tejido pulmonar:el propio tejido pulmonar posee una elasticidad inherente debido a la presencia de fibras de elastina. Estas fibras permiten que los pulmones retrocedan y vuelvan a su forma original después de estirarse. Este retroceso elástico ayuda a mantener la expansión pulmonar tirando del tejido pulmonar hacia afuera y contrarrestando las fuerzas de colapso.

3. Tensión superficial de los alvéolos:Los alvéolos, los pequeños sacos de aire de los pulmones, tienen un delicado revestimiento de surfactante, una mezcla de lípidos y proteínas. El surfactante reduce la tensión superficial en la interfaz aire-líquido dentro de los alvéolos. Una tensión superficial más baja evita que los alvéolos colapsen al contrarrestar las fuerzas de cohesión entre las moléculas de agua que tienden a hacer que los alvéolos se peguen.

4. Músculos intercostales y diafragma:los músculos respiratorios, incluidos los músculos intercostales entre las costillas y el diafragma, desempeñan un papel crucial en la expansión pulmonar y en la prevención del colapso. Durante la inspiración, estos músculos se contraen, expandiendo la cavidad torácica y creando una presión pleural negativa que atrae los pulmones hacia afuera.

5. Presión atmosférica:La presión atmosférica fuera del cuerpo es mayor que la presión pleural dentro de la cavidad torácica. Esta diferencia de presión crea una fuerza que empuja los pulmones hacia afuera, ayudando a mantener su expansión.

Al trabajar juntos, estos factores aseguran que los pulmones permanezcan expandidos, lo que permite un intercambio de gases eficiente durante la respiración sin colapsar.