Las autopsias muestran que el virus COVID invade todo el cuerpo
La manifestación más comúnmente observada de COVID-19 en las autopsias es un daño extenso a los pulmones, que incluye daño alveolar difuso, infiltrados inflamatorios y microtrombos. Sin embargo, los estudios también han observado hallazgos importantes en otros órganos y sistemas.
El corazón suele presentar signos de miocarditis, pericarditis e incluso infarto de miocardio. El daño a los riñones es frecuente, siendo observaciones comunes la lesión tubular aguda, la trombosis glomerular y la glomerulopatía colapsante.
Más allá de los sistemas respiratorio, cardíaco y renal, las autopsias han revelado cambios patológicos en el hígado, que muestran inflamación y daño a los conductos biliares. También se ha documentado la afectación del sistema nervioso central, incluidas lesiones y microhemorragias, lo que contribuye a las complicaciones neurológicas que experimentan algunos pacientes con COVID-19.
Además, los investigadores han encontrado evidencia del virus en varios otros tejidos, como el tracto gastrointestinal, la piel y los órganos linfoides, lo que indica una infección sistémica. La presencia de material de ARN viral en diferentes órganos sugiere mecanismos potenciales para síntomas a largo plazo o efectos persistentes incluso después de que haya pasado la fase aguda de la enfermedad.
Estos hallazgos de la autopsia amplían nuestra comprensión de la naturaleza compleja y multifacética del COVID-19, destacando la necesidad de tratamientos integrales que aborden las innumerables formas en que el virus puede afectar el cuerpo. Además, la información obtenida de las autopsias ayuda en la investigación y el desarrollo de medidas preventivas e intervenciones terapéuticas para combatir eficazmente esta devastadora enfermedad.