¿Por qué los anticuerpos maternos no atacan al feto?
Barrera placentaria: La placenta, que se desarrolla durante el embarazo, actúa como una barrera física entre los sistemas circulatorios materno y fetal. Permite el intercambio de nutrientes, oxígeno y productos de desecho evitando la mezcla directa de sangre materna y fetal. La placenta también produce varias hormonas y factores que suprimen las respuestas inmunes maternas contra el feto.
Tolerancia inmunológica: El sistema inmunológico de la madre desarrolla tolerancia inmunológica al feto durante el embarazo. Esto se logra mediante varios mecanismos, incluida la producción de anticuerpos bloqueadores (IgG) que neutralizan los anticuerpos maternos potencialmente dañinos y la regulación de las células inmunitarias en la interfaz materno-fetal.
Similitud antigénica: El feto hereda antígenos (marcadores en la superficie celular) tanto de la madre como del padre. Algunos de estos antígenos pueden ser similares a los de la madre, lo que ayuda a evitar que su sistema inmunológico reconozca al feto como extraño.
Antígenos fetales: El feto expresa antígenos únicos (antígenos específicos del trofoblasto) que no están presentes en los tejidos de la madre. Estos antígenos son reconocidos por el sistema inmunológico materno, pero la respuesta inmune generalmente se modula para evitar dañar al feto.
Células inmunitarias reguladoras: Ciertas células inmunitarias, como las células T reguladoras (Treg), desempeñan un papel en la supresión de las respuestas inmunitarias contra el feto. Las Treg ayudan a mantener el equilibrio inmunológico y previenen reacciones inmunitarias excesivas.
A pesar de estos mecanismos de protección, todavía puede haber casos de incompatibilidad inmunitaria entre la madre y el feto, lo que puede provocar afecciones como la incompatibilidad Rh o complicaciones del embarazo inmunomediadas. Sin embargo, los mecanismos mencionados anteriormente generalmente aseguran que los anticuerpos maternos no ataquen al feto durante un embarazo saludable.