Los rayos X son un tipo de radiación ionizante, lo que significa que pueden arrancar electrones de los átomos, alterando así la estructura y función de las moléculas y el ADN. Cuando los rayos X interactúan con el ADN, pueden causar varios tipos de daños, incluidas roturas de una sola hebra, roturas de doble hebra y modificaciones de bases, como la conversión de guanina en timina. Estas alteraciones del ADN pueden provocar mutaciones y aberraciones cromosómicas, lo que en última instancia aumenta el riesgo de enfermedades como el cáncer.