No es biológicamente posible que una persona done sangre y nunca se le acabe. Donar sangre implica extraer un cierto volumen de sangre del cuerpo del donante. El cuerpo reemplaza la sangre donada mediante un proceso llamado hematopoyesis, que lleva tiempo. Si bien es posible y se recomienda la donación de sangre regular dentro de intervalos específicos, el cuerpo necesita tiempo suficiente para reponer el volumen de sangre perdido y producir nuevas células sanguíneas. Por lo tanto, una persona no puede donar sangre continuamente sin agotar sus reservas de sangre y potencialmente presentar riesgos para la salud.