Se recomienda que los adultos sanos sin afecciones oculares preexistentes ni factores de riesgo se realicen un examen ocular de rutina cada dos o cuatro años. Es posible que las personas con determinadas afecciones oculares, como miopía, hipermetropía, astigmatismo u otros problemas de visión, necesiten visitar a un oftalmólogo con más frecuencia, según lo recomiende su optometrista u oftalmólogo. También se recomienda que los niños reciban un examen ocular inicial alrededor de los seis meses de edad, seguido de exámenes a los tres, cinco y ocho años.