No se recomienda arrojar agua fría sobre una víctima de un golpe de calor porque el enfriamiento repentino puede contraer los vasos sanguíneos y desviar el flujo sanguíneo de los órganos vitales a la piel, dificultando la disipación del calor y empeorando el golpe de calor. En cambio, los primeros auxilios recomendados para el golpe de calor consisten en enfriar gradualmente a la persona aplicando paños húmedos y fríos o rociándolos con una manguera y abanicándolos para promover la evaporación.