La hemofilia es famosa principalmente por su asociación histórica con varias familias reales prominentes de Europa. La reina Victoria del Reino Unido era una conocida portadora de hemofilia y la transmitió a varios de sus hijos y nietos, incluido su hijo, el príncipe Leopoldo, duque de Albany, y su nieto, Alexei Nikolaevich, el último zar de Rusia. La aflicción dentro de estas familias reales atrajo la atención pública sobre la afección y provocó investigaciones científicas para comprenderla y tratarla. Hoy en día, gracias a la mayor comprensión genética y al acceso al tratamiento, la hemofilia ya no es la afección potencialmente mortal que alguna vez fue, lo que brinda a las personas con hemofilia la oportunidad de llevar una vida normal y activa.