¿Qué riesgos incluye un procedimiento de punción espinal?
Sangrado: La punción de la duramadre (la dura membrana que rodea la médula espinal) puede provocar sangrado, lo que lleva a la formación de un coágulo de sangre (hematoma) en el espacio epidural. Esto puede ejercer presión sobre la médula espinal y los nervios, provocando dolor, déficits neurológicos e incluso parálisis.
Infección (meningitis): La aguja utilizada durante la punción espinal puede introducir bacterias en el líquido cefalorraquídeo, provocando meningitis, una infección de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. La meningitis puede ser una afección grave y potencialmente mortal que requiere un tratamiento antibiótico inmediato.
Daño a los nervios: La aguja puede dañar directamente la médula espinal o los nervios durante el procedimiento, provocando déficits neurológicos, como debilidad, entumecimiento, hormigueo o parálisis en las zonas afectadas.
Dolor de cabeza (dolor de cabeza post-punción dural): Este es un efecto secundario común de una punción espinal y ocurre hasta en el 30% de los casos. Es causada por una fuga de líquido cefalorraquídeo a través del orificio de punción en la duramadre, lo que provoca dolores de cabeza por baja presión que pueden ser intensos y persistir durante varios días.
Dolor de espalda: Algunas personas pueden experimentar dolor de espalda temporal o molestias en el lugar de la punción después del procedimiento.
Reacciones alérgicas: Existe un ligero riesgo de sufrir una reacción alérgica al anestésico local utilizado durante el procedimiento, aunque esto es poco común.
Es importante que las personas que se someten a una punción espinal analicen estos riesgos con su proveedor de atención médica y comprendan los beneficios del procedimiento en relación con las posibles complicaciones. La técnica adecuada, las condiciones estériles y el seguimiento cuidadoso durante el procedimiento ayudan a minimizar estos riesgos.