El retraso leve, también conocido como discapacidad intelectual leve, se caracteriza por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en el comportamiento adaptativo. Presenta desafíos en el funcionamiento social y comunitario, pero una mayor capacidad intelectual en comparación con el retraso moderado, severo o profundo. Las características que definen el retraso leve incluyen:
1. Deterioro intelectual: - Habilidades intelectuales muy por debajo del rango promedio (el coeficiente intelectual suele oscilar entre 55 y 69 o 70). - Dificultad para comprender información que se presenta de forma verbal o abstracta. - Adquisición más lenta de habilidades académicas como lectura, escritura y matemáticas. - Deterioro de la capacidad de razonamiento y resolución de problemas.
2. Déficits de conducta adaptativa: - Desafíos en habilidades prácticas y sociales necesarias para las actividades de la vida diaria. - Déficits en el comportamiento adaptativo en áreas como comunicación, cuidado personal, vida hogareña, interacciones sociales, participación comunitaria y habilidades laborales. - Dificultad para generalizar las habilidades aprendidas a diferentes situaciones.
3. Inicio durante el período de desarrollo: - Las limitaciones en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa se manifiestan antes de los 18 años.
4. Problemas de adaptación social: - Dificultad para integrarse en entornos sociales como la escuela, el lugar de trabajo o la comunidad local. - Reducción de la conciencia social y mala comprensión de las señales sociales. - Capacidad limitada para la resolución de problemas sociales y la toma de decisiones. Es importante señalar que dentro de la categoría de retraso leve, los individuos pueden presentar diversos grados de deterioro y diferentes fortalezas y debilidades. Las evaluaciones individualizadas y el apoyo continuo pueden ayudar a las personas con discapacidad intelectual leve a maximizar su funcionamiento e independencia en la vida diaria.