La piel más fina del cuerpo se encuentra en los párpados. La piel de esta zona suele tener sólo unos 0,02 mm de grosor, lo que la hace muy delicada y propensa a sufrir daños. Esto contrasta con la piel de las palmas de las manos y las plantas de los pies, que puede tener hasta 1,5 mm de espesor.