No hay evidencia de que se desaconsejara bañarse durante la pandemia de peste negra en el siglo XIV. Por el contrario, muchos textos médicos de la época recomendaban bañarse regularmente como forma de prevenir la propagación de enfermedades. Por ejemplo, el influyente médico italiano Giovanni Boccaccio escribió en su Decamerón que la gente debería "bañarse y lavarse las manos con frecuencia". Sin embargo, como se desconocía la causa de la plaga, algunas de las medidas preventivas que se promovían en aquel momento resultaron algo ineficaces, como quemar hierbas de olor fuerte o evitar determinados signos astrológicos.