La causa más común de muerte después de un infarto de miocardio es una arritmia fatal (alteración del ritmo cardíaco). Las arritmias ocurren cuando las señales eléctricas que coordinan la actividad del corazón se interrumpen, lo que hace que el corazón lata demasiado rápido, demasiado lento o irregularmente. Esto puede provocar un paro cardíaco repentino y, si no se trata de inmediato, provocar la muerte.