Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de muerte por transfusión de sangre es extremadamente bajo, con un promedio mundial estimado de menos de 1 de cada 1 millón de transfusiones. Sin embargo, el porcentaje exacto puede variar dependiendo de factores como el país, el sistema de salud y el producto sanguíneo específico utilizado.