El narrador dice que quitó con cuidado las tablas de la cama, sacó el cuerpo del anciano, le cortó la cabeza y lo ocultó todo debajo de las tablas antes de volver a clavar la cama con una precisión inusual. Los detectives llegaron horas más tarde, y la seguridad en sí mismo del narrador le permite mantener la compostura durante toda la investigación, incluso cuando registran su casa y el sótano, confiados en que no encontrarán nada incriminatorio. El narrador, sin embargo, se da cuenta de que un ruido cada vez más fuerte resuena en sus oídos y se hace más fuerte. Empieza a pensar que se está volviendo loco porque suena exactamente como el latido de un corazón. Desesperado, finalmente grita:"¡Lo admito! ¡Rompe las tablas! ¡Aquí, aquí! ¡Es el latido de su espantoso corazón!" Con esta confesión, la historia llega a una conclusión escalofriante.