El peróxido de hidrógeno es un agente oxidante fuerte y puede descomponerse rápidamente si se expone al calor. Esta descomposición puede liberar oxígeno y provocar un aumento de presión, lo que puede provocar una explosión. Para evitarlo, el peróxido de hidrógeno debe almacenarse en un lugar fresco, oscuro y alejado de fuentes de calor.