¿Es normal que mi hijo con fiebre de 3 días baje repentinamente a 96 grados?

Una caída repentina de la temperatura corporal desde una fiebre hasta 96 grados Fahrenheit puede ser motivo de preocupación y no debe considerarse normal. Si bien es común que la fiebre fluctúe durante una enfermedad, una caída rápida y significativa de la temperatura puede indicar un posible problema médico subyacente o un cambio en el curso de la enfermedad.

Aquí hay algunas razones por las cuales la fiebre de su hijo puede haber bajado repentinamente a 96 grados:

1. Defervescencia rápida:

A veces, la fiebre puede desaparecer rápidamente y provocar una caída repentina de la temperatura corporal. Esto se conoce como defervescencia rápida y puede ocurrir cuando el sistema inmunológico del cuerpo combate eficazmente la infección.

2. Efecto del medicamento:

Si a su hijo le han administrado medicamentos para reducir la fiebre (como ibuprofeno o acetaminofén), el efecto del medicamento puede hacer que la fiebre baje rápidamente.

3. Condición subyacente:

En algunos casos, una caída repentina de la temperatura puede indicar una afección médica subyacente. Por ejemplo, podría ser un signo de una infección grave, deshidratación o una complicación relacionada con la enfermedad inicial.

4. Vasodilatación periférica:

Cuando la temperatura corporal desciende rápidamente, los vasos sanguíneos de la piel se dilatan (ensanchan) para permitir que escape el calor. Esto puede provocar una sensación de frío al tacto, que puede malinterpretarse como una temperatura corporal baja.

Es importante recordar que una sola lectura de temperatura puede no proporcionar suficiente información para hacer un diagnóstico concluyente. Si notas un descenso brusco de la temperatura de tu hijo después de tener fiebre, se recomienda:

- Vigile de cerca la condición de su hijo para detectar cualquier otro síntoma o cambio.

- Verifique posibles fuentes de infección o lesiones.

- Asegurar una hidratación adecuada ofreciéndole abundante líquido.

- Si la temperatura permanece baja, o si hay algún otro síntoma preocupante (como letargo, confusión o dificultad para respirar), es aconsejable buscar atención médica lo antes posible.

Consultar con un profesional de la salud es esencial para comprender la causa de la caída repentina de temperatura y determinar si es necesaria una evaluación o tratamiento adicional. Pueden brindarle asesoramiento personalizado basado en la situación específica de su hijo.