Cuando la presencia de comida en la boca desencadena señales al cerebro que son responsables de la fase cefálica de activación gástrica, estos mensajes se transmiten desde el cerebro al estómago a través del nervio vago. Como resultado, el estómago aumenta la producción de secreciones gástricas y también estimula cierto tipo de movimientos para prepararse para recibir el alimento que está por ingresar.