Un ser humano no puede sobrevivir sin un corazón, ya que es responsable de bombear sangre oxigenada por todo el cuerpo para proporcionar nutrientes esenciales y eliminar productos de desecho. Sin un corazón que funcione, los órganos y tejidos del cuerpo no recibirían el oxígeno y los nutrientes necesarios para sustentar la vida, lo que provocaría insuficiencia orgánica y, en última instancia, la muerte.