¿Cómo se mantiene la presión arterial mientras el corazón no se contrae?

Mientras el corazón no se contrae (durante la diástole), varios mecanismos trabajan juntos para mantener la presión arterial y garantizar un flujo sanguíneo adecuado por todo el cuerpo:

Retroceso elástico de las arterias:

Las arterias tienen paredes elásticas que se estiran cuando el corazón se contrae (sístole) y se contraen durante la diástole. Este retroceso elástico ayuda a mantener la presión arterial empujando la sangre hacia los vasos sanguíneos más pequeños.

Resistencia periférica:

La resistencia al flujo sanguíneo en los vasos sanguíneos pequeños (arteriolas) se conoce como resistencia periférica. Cuando el corazón no se contrae, las arteriolas se contraen ligeramente, lo que aumenta la resistencia periférica. Esta constricción ayuda a mantener la presión arterial al evitar que la sangre regrese al corazón demasiado rápido.

Retorno Venoso:

El retorno venoso se refiere al flujo de sangre que regresa al corazón desde los tejidos del cuerpo. Durante la diástole, la relajación del corazón crea una presión negativa en la cavidad torácica, lo que ayuda a llevar la sangre de regreso al corazón. La contracción de los músculos esqueléticos durante la respiración y la acción de bombeo de los músculos de las piernas también ayudan al retorno venoso, asegurando un flujo continuo de sangre al corazón.

Reserva cardíaca:

Un corazón sano tiene una capacidad de reserva, lo que significa que puede aumentar su potencia de bombeo cuando sea necesario. Si la presión arterial cae significativamente durante la diástole, el corazón puede responder aumentando su fuerza contráctil, elevando así la presión arterial.

Regulación del sistema nervioso autónomo:

El sistema nervioso autónomo, específicamente la división simpática, desempeña un papel en el mantenimiento de la presión arterial durante la diástole. Cuando la presión arterial baja, el sistema nervioso simpático se activa, lo que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca, constricción de los vasos sanguíneos y aumento de la contractilidad del corazón, todo lo cual contribuye a mantener la presión arterial.

Estos mecanismos funcionan en coordinación para garantizar que la presión arterial se mantenga en un nivel adecuado incluso cuando el corazón no se contrae activamente, lo que facilita el flujo sanguíneo continuo a los órganos y tejidos de todo el cuerpo.