¿Qué células son capaces de proteger el cuerpo produciendo anticuerpos?

Las células B, también conocidas como linfocitos B, son glóbulos blancos que desempeñan un papel crucial en la protección del cuerpo mediante la producción de anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que ayudan a neutralizar y destruir patógenos dañinos, como bacterias, virus y toxinas. Las células B son un tipo de linfocito, un subtipo de glóbulos blancos que son responsables de la respuesta inmune del cuerpo.

Aquí hay una explicación simplificada de cómo las células B producen anticuerpos:

1. Las células B se producen en la médula ósea y maduran en los órganos linfoides secundarios, como el bazo y los ganglios linfáticos.

2. Cuando un antígeno extraño (una molécula que desencadena una respuesta inmune) ingresa al cuerpo, las células B se unen al antígeno y se activan.

3. Las células B activadas experimentan un proceso llamado expansión clonal. Durante la expansión clonal, la célula B activada se divide rápidamente, produciendo una gran cantidad de células B idénticas conocidas como células plasmáticas.

4. Las células plasmáticas son fábricas productoras de anticuerpos. Cada célula plasmática produce y secreta grandes cantidades de anticuerpos específicos del antígeno que activó la célula B.

5. Estos anticuerpos circulan en el torrente sanguíneo y se unen a los antígenos, impidiendo que infecten células o causen enfermedades. Los anticuerpos también pueden marcar antígenos para que otras células inmunitarias, como los macrófagos, los destruyan.

6. Algunas de las células B activadas se diferencian en células B de memoria, que "recuerdan" el antígeno específico. Estas células B de memoria proporcionan inmunidad a largo plazo contra el mismo antígeno. Si se vuelve a encontrar el mismo antígeno en el futuro, las células B de memoria pueden diferenciarse rápidamente en células plasmáticas y producir anticuerpos para combatir rápidamente la infección.

En resumen, las células B son responsables de producir anticuerpos, que son esenciales para la defensa inmune del cuerpo contra patógenos dañinos. Su capacidad para reconocer y neutralizar antígenos específicos los hace cruciales para prevenir y controlar infecciones.