El enrojecimiento asociado con una herida se debe principalmente a la inflamación, una respuesta natural del cuerpo a una lesión o daño tisular. Cuando se lesiona el tejido, se liberan varios mediadores químicos y moléculas de señalización, lo que aumenta el flujo sanguíneo al área afectada. Este aumento del flujo sanguíneo provoca la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que permite que lleguen más oxígeno y células inmunitarias al lugar de la herida para facilitar el proceso de curación. El aumento del flujo sanguíneo da a la piel y los tejidos circundantes una apariencia rojiza, que es la razón principal detrás del enrojecimiento asociado con las heridas.