La tasa de supervivencia de los bebés que nacen con espina bífida ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Con avances en el diagnóstico prenatal y la intervención quirúrgica, hasta el 90% de los bebés que nacen con espina bífida pueden sobrevivir hasta la edad adulta. Sin embargo, la gravedad de la afección y las complicaciones asociadas aún pueden afectar la calidad de vida del individuo y los resultados a largo plazo. La detección temprana y la atención médica adecuada son cruciales para mejorar las posibilidades de supervivencia y garantizar la mejor calidad de vida posible para las personas que nacen con espina bífida.