Si bien la forma del cráneo está determinada principalmente por la genética y el crecimiento natural, generalmente se considera que la forma de la cabeza no puede alterarse significativamente por medios externos durante la adolescencia o la edad adulta. El cráneo y los huesos faciales dejan de desarrollarse después de la pubertad, por lo que cualquier cambio en la forma después de la adolescencia sería muy pequeño y probablemente no se notaría.