¿Qué órganos ya no se utilizan?
1. Muelas del juicio (terceros molares): Las muelas del juicio son el último conjunto de molares que hacen erupción en los humanos, generalmente entre los 17 y los 25 años. Son restos de nuestros antepasados que tenían mandíbulas más grandes y una dieta más basada en plantas. En los humanos modernos, las muelas del juicio a menudo crecen impactadas o desalineadas, lo que causa dolor y requiere extracción.
2. Coxis (cóccix): El coxis es un hueso pequeño al final de la columna. Es un remanente de la cola que tienen muchos otros mamíferos para el equilibrio y la locomoción. En los seres humanos, el coxis no tiene una función significativa y, a menudo, es vestigial.
3. Apéndice: El apéndice es una pequeña protuberancia en forma de dedo que se extiende desde el intestino grueso. Se cree que jugó un papel en la digestión de materiales vegetales en nuestros antepasados. Sin embargo, el apéndice no tiene ninguna función esencial conocida en los humanos modernos y, en ocasiones, puede inflamarse (apendicitis), lo que requiere su extirpación quirúrgica.
4. Amígdalas y adenoides: Las amígdalas y las adenoides son pequeños tejidos linfoides ubicados en la parte posterior de la garganta. Son parte del sistema inmunológico y ayudan a atrapar bacterias y virus que ingresan al cuerpo a través de la boca o la nariz. Sin embargo, también pueden agrandarse y causar diversos problemas de salud, lo que lleva a su extirpación quirúrgica en algunos casos.
5. Músculos del oído: Los humanos tenemos varios músculos pequeños en el oído externo que son restos de nuestros ancestros evolutivos que podían mover los oídos para mejorar su audición. Estos músculos ya no son completamente funcionales en los humanos y nuestra capacidad para mover los oídos es mínima o inexistente.
6. El músculo plantar: El plantar es un pequeño músculo que se encuentra en la pantorrilla y que se conecta con el talón. En la mayoría de las personas, se ha vuelto vestigial y tiene poca o ninguna función.
Estos órganos vestigiales son reliquias de nuestro pasado evolutivo y proporcionan evidencia de nuestra ascendencia común con otras especies. Si bien es posible que no tengan funciones esenciales en los humanos modernos, ofrecen información fascinante sobre nuestra historia biológica.