¿Cómo podría una presión arterial muy baja afectar la función renal?

La presión arterial muy baja, también conocida como hipotensión, puede afectar la función renal de varias maneras:

1. Tasa de filtración glomerular reducida (TFG): La presión arterial baja puede provocar una disminución de la TFG, que es la velocidad a la que los riñones filtran la sangre. Esto ocurre porque se reduce la presión en los glomérulos, los pequeños vasos sanguíneos de los riñones responsables de la filtración. Como resultado, se eliminan menos líquidos y productos de desecho de la sangre, lo que provoca la acumulación de toxinas en el cuerpo.

2. Daño isquémico al tejido renal: La hipotensión grave puede provocar un flujo sanguíneo inadecuado a los riñones, lo que provoca isquemia o privación de oxígeno en el tejido renal. Esto puede provocar daños en las delicadas estructuras de los riñones, especialmente en los túbulos y los glomérulos. La isquemia prolongada puede provocar lesión renal aguda (IRA) e incluso enfermedad renal crónica (ERC) si no se aborda con prontitud.

3. Reabsorción alterada de sodio y líquidos: Los riñones desempeñan un papel crucial en la regulación del equilibrio de electrolitos, como el sodio y el potasio, así como del agua en el cuerpo. La hipotensión puede alterar estos procesos y afectar la capacidad del riñón para reabsorber sodio y retener agua. Esto puede provocar una pérdida excesiva de sodio y líquidos a través de la orina, lo que provoca desequilibrios electrolíticos y deshidratación.

4. Activación del Sistema Renina-Angiotensina-Aldosterona (SRAA): En respuesta a la presión arterial baja, el cuerpo activa el RAAS para aumentar el volumen sanguíneo y mantener la presión arterial. Este sistema estimula la liberación de renina, angiotensina II y aldosterona, lo que provoca vasoconstricción, aumento de la retención de sodio y reabsorción de agua. Sin embargo, la activación excesiva o prolongada del SRAA puede ejercer una presión adicional sobre los riñones y contribuir al daño renal con el tiempo.

5. Cambios estructurales en los riñones: La presión arterial baja crónica puede inducir cambios estructurales en los riñones. La reducción del flujo sanguíneo y del suministro de oxígeno puede provocar atrofia (encogimiento) de los riñones y una disminución en el número de nefronas funcionales, que son las unidades funcionales de los riñones. Estos cambios pueden resultar en una disminución gradual de la función renal.

Vale la pena señalar que el impacto de la presión arterial baja en la función renal depende de la gravedad y la duración de la hipotensión, así como de la causa subyacente. En la mayoría de los casos, la hipotensión leve no supone un riesgo significativo para los riñones. Sin embargo, la presión arterial baja grave y sostenida, especialmente si no se trata, puede provocar complicaciones graves, como IRA y ERC. Por lo tanto, es importante abordar y controlar rápidamente la hipotensión para prevenir posibles daños a los riñones.