Los entrenamientos de baja intensidad implican actividades realizadas con un nivel de esfuerzo percibido más bajo. Algunos ejemplos incluyen caminatas ligeras, yoga, natación suave y ejercicios de peso corporal. Estos entrenamientos pueden tener ciertos beneficios, como reducir el riesgo de lesiones y promover la relajación. Sin embargo, es posible que no proporcionen el mismo nivel de beneficios cardiovasculares o de fortalecimiento que los entrenamientos de mayor intensidad. Se deben considerar los objetivos personales, el nivel de condición física y las preferencias individuales al elegir entre entrenamientos de diferentes intensidades. Es recomendable consultar a un profesional de la salud antes de comenzar un nuevo régimen de ejercicio.