Cómo la dermatitis atópica cambió la vida de mi familia

Como padre, no hay nada más desgarrador que ver sufrir a su hijo. Cuando mi hijo menor, Ben, tenía apenas unos meses, desarrolló dermatitis atópica (EA), también conocida como eccema. La EA es una afección cutánea inflamatoria crónica que causa erupciones rojas, escamosas y con picazón. Puede afectar cualquier parte del cuerpo, pero es más común en la cara, el cuello, los brazos y las piernas.

Desde el momento en que diagnosticaron a Ben, la vida de nuestra familia dio un vuelco. La EA es una afección muy difícil de manejar y requiere cuidado y atención constantes. La piel de Ben estaba extremadamente seca y le picaba, y se la rascaba hasta sangrar. Las erupciones también eran muy dolorosas y le dificultaban dormir y comer.

Además de los desafíos físicos, la EA también tuvo un impacto significativo en el desarrollo emocional y social de Ben. A menudo se sentía cohibido por sus erupciones y evitaba salir en público. También tuvo dificultades para dormir y concentrarse, lo que afectó su comportamiento y rendimiento escolar.

Como padres, estábamos constantemente preocupados por la condición de Ben. Nos sentimos culpables de que estuviera pasando por tanto dolor y estábamos frustrados porque no había cura. Intentamos todo lo que pudimos para ayudarlo, pero nada pareció funcionar.

Después de meses de lucha, finalmente encontramos un tratamiento que funcionó para Ben. Le recetaron una crema tópica con esteroides que ayudó a reducir la inflamación y la picazón. También comenzamos a usar un humidificador para mantener húmedo el aire de su habitación y nos aseguramos de bañarlo con agua tibia y usar jabones suaves y sin fragancia.

Con el tratamiento adecuado, la enfermedad de Alzheimer de Ben mejoró gradualmente. Las erupciones comenzaron a desaparecer y empezó a sentir menos picazón y dolor. Pudo dormir y comer mejor y su comportamiento y rendimiento escolar mejoraron.

Aunque Ben todavía tiene ataques ocasionales, su AD ahora está bien controlada. Es un niño de 8 años feliz y sano al que le encanta hacer deporte y vivir aventuras.

Estamos muy agradecidos de haber podido encontrar un tratamiento que funcione para Ben. La EA ha tenido un impacto profundo en la vida de nuestra familia, pero también nos ha hecho más fuertes. Hemos aprendido a ser más pacientes y comprensivos, y hemos llegado a apreciar la importancia del apoyo familiar.

Si tiene un hijo con EA, sé lo difícil que puede ser. Pero sepa que hay esperanza. Con el tratamiento adecuado, su hijo podrá vivir una vida plena y feliz.