Antes de que pueda ser utilizado por células individuales, los alimentos deben descomponerse y distribuirse por todo el cuerpo humano. ¿Identificar dos sistemas que interactúan para lograr esto?
1. Sistema digestivo: El sistema digestivo es responsable de descomponer los alimentos complejos en moléculas más simples que el cuerpo puede absorber y utilizar. El proceso comienza en la boca, donde los alimentos se descomponen mecánicamente al masticarlos y se mezclan con la saliva, que contiene enzimas que inician la descomposición química de los carbohidratos. Luego, la comida viaja por el esófago hasta el estómago, donde los ácidos y enzimas del estómago la descomponen aún más. Los alimentos parcialmente digeridos luego pasan al intestino delgado, donde se mezclan con enzimas del páncreas y bilis del hígado, que ayudan a descomponer las grasas y las proteínas. El intestino delgado también es donde se produce la mayor parte de la absorción de nutrientes, ya que las paredes del intestino contienen pequeñas vellosidades que aumentan la superficie de absorción. Cualquier material de desecho restante pasa al intestino grueso, donde se absorbe el agua y las bacterias ayudan a descomponer las sustancias no digeribles restantes.
2. Sistema circulatorio: Una vez que los nutrientes de los alimentos han sido absorbidos por el torrente sanguíneo, el sistema circulatorio se encarga de transportar estos nutrientes a las células de todo el cuerpo. El corazón bombea sangre oxigenada, que contiene los nutrientes absorbidos del sistema digestivo, a través de las arterias hasta los capilares, que son pequeños vasos sanguíneos que permiten el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre la sangre y los tejidos circundantes. La sangre desoxigenada, que ahora contiene productos de desecho como dióxido de carbono, regresa al corazón a través de las venas. Luego, el corazón bombea esta sangre desoxigenada a los pulmones, donde se elimina el dióxido de carbono y se agrega oxígeno nuevamente al torrente sanguíneo, completando el ciclo.
El sistema digestivo y el sistema circulatorio trabajan juntos para garantizar que el cuerpo reciba los nutrientes que necesita para funcionar correctamente y que se eliminen los productos de desecho. Sin el correcto funcionamiento de ambos sistemas, el organismo no sería capaz de obtener la energía que necesita de los alimentos y acumularía productos de desecho nocivos.