¿Fumar conduce a la DMAE?
Estrés oxidativo: El humo del cigarrillo contiene miles de sustancias químicas nocivas, incluidos los radicales libres, que son moléculas altamente reactivas que pueden dañar las células y los tejidos. Estos radicales libres pueden causar estrés oxidativo, lo que lleva a la degradación de moléculas esenciales en la mácula, como lípidos, proteínas y ADN.
Cambios relacionados con la edad: Fumar acelera el proceso natural de envejecimiento de los ojos. Estrecha los vasos sanguíneos, reduciendo el suministro de oxígeno y nutrientes a la mácula, contribuyendo aún más a su degeneración.
Inflamación: Fumar provoca inflamación en el cuerpo, incluidos los ojos. La inflamación crónica puede dañar las delicadas estructuras de la mácula y contribuir al desarrollo de la DMAE.
Formación de drusas: Las drusas son pequeños depósitos amarillos que se acumulan debajo de la retina en las primeras etapas de la DMAE. Fumar aumenta el riesgo y la progresión de la formación de drusas, lo que eventualmente puede conducir a formas más avanzadas de DMAE.
Degeneración macular: Fumar aumenta significativamente el riesgo de desarrollar DMAE, especialmente la forma "seca" conocida como atrofia geográfica. Esta forma avanzada de AMD ocurre cuando las células de la mácula mueren, lo que resulta en una pérdida permanente de la visión central.
Impacto en el tratamiento: Fumar también puede comprometer la eficacia de los tratamientos para la DMAE, como las inyecciones anti-VEGF, y aumentar el riesgo de complicaciones.
Dejar de fumar es una de las formas más efectivas de reducir el riesgo de DMAE y proteger la salud ocular en general. Dejar de fumar puede ayudar a retardar la progresión de la DMAE, preservar la visión existente y mejorar las posibilidades de obtener resultados exitosos del tratamiento.