Por lo general, un profesional médico puede reducir (volver a colocar en su lugar) una simple dislocación de la mandíbula (sin fracturas ni daños importantes en el tejido) en unos pocos minutos. Después de la reducción, se puede inmovilizar la mandíbula con una férula o vendaje durante unos días para permitir que los ligamentos y los músculos sanen. La mayoría de las personas se recuperan por completo en unas pocas semanas, aunque algunas pueden experimentar dolor o malestar durante un período de tiempo más prolongado. En casos raros, puede ser necesaria una cirugía para tratar una mandíbula dislocada.
Para casos más graves de dislocación de la mandíbula, como aquellos que involucran fracturas o daño tisular significativo, el tiempo de curación puede ser más prolongado y puede requerir un tratamiento más extenso, que incluye cirugía y rehabilitación.